30 octubre 2006

Los ausentes.


Son los grandes ausentes. Han pasado desapercibidos. No hablan, no se posicionan... prácticamente no existen. Han desaparecido del mapa politico y, si me apuran, también del social. Me refiero a la Confederación de Empresarios de Andalucia, colectivo siempre presente en los grandes debates andaluces y que, de un tiempo a esta parte, no cuenta prácticamente para nada. Han estado al margen de la reforma estatutaria, ni presentes en los debates parlamentarios; apenas se les conoce opinión sobre los datos económicos, de evolución de empleo, de inversiones públicas, ... no hablan ni quieren hablar de infraestructuras... ¿ qué les pasa a los empresarios andaluces?. En cualquier otra comunidad autónoma o realidad nacional, los empresarios tienen un peso especifico en cuestiones politicas. Se les consulta y se les tiene en cuenta. Aquí, en Andalucia, la cúpula de la patronal no existe. Su relevancia social ha caido muchos enteros. Los empresarios, como generadores de riqueza y de empleo, tienen la obligación de estar presentes en todos esos debates, como agentes sociales, y emitir opiniones e informes sobre aquellas cuestiones que interesan a los andaluces. Sin embargo, la CEA, desde la llegada a la presidencia de Santiago Herrero, ni cuenta ni quiere contar. ¿ Qué les hace mantenerse al margen?. ¿ Por qué ese manto de silencio sobre todo lo que ocurre en Andalucía?. Se admiten opiniones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eusebio, yo pienso que en caso de convertirse en una voz mínimamente discrepante, estos empresarios tan dóciles ante el poder perderían posibilidades de tener su momento de gloria en esos premios de los 28 de febrero que tanto boato y laureles proporcionan.

En realidad este silencio es ya una manifestación. Muchos de ellos son realmente felices con la economía sumergida andaluza, ya que con el dinero negro que hay en nuestra comunidad, los que tienen la "oportunidad" de tenerlo no tienen otra que consumir y gastar.

Mónica dijo...

El error está en pensar que un pesebre mercantilista, pagado por el que manda, puede representar a los empresarios. Ni a los trabajadores. Ni a los consumidores. Mientras tú abreves en el presupuesto, hombre, ¿qué vas a decir? Y más en un sitio como éste donde es casi una heroicidad vivir de otra forma. Y donde nadie se atreve a expresar en público la idea de que, para prosperar de verdad, lo último que tienes que hacer es andar mendigando ayudas públicas, que al final las pagas tú, y tu consumidor, y que en cambio lo que tienes que hacer es pedir menos regulaciones, menos intervencionismo y más libertad.

Me río yo de estas organizaciones subvencionadas a las que, no sé yo por qué extraña razón, hay que estarlas escuchando siempre (ves, otra cosa de calado que cambiar en la Constitución y en los estatutos), como si, financiándose como se financian, pudieran ser otra cosa que un tentáculo político disfrazado para seguir mangoneando a la gente desde el poder.

Estos señoritingos no representan a los empresarios. Al tío que se levanta a las seis de la mañana, que viene desde abajo, que ha pasado la de Dios para poder montar su negocio, y que se pasa la vida teniendo que perder el tiempo y el dinero en satisfacer al burócrata y a las castas políticas en vez de al consumidor (que ésa es la forma de prosperar en el libre mercado: poder dedicar todas tus energías, tu creatividad, a darle al cliente a un precio razonable aquello que exactamente está pidiendo, y malgastando los menos recursos posibles) estos tíos no lo defiende, ni lo representan ni nada. Todo lo más que pueden representar es a los señoritos de toda la vida, a los de siempre, a los de la pasta sin riesgo, que ahora se han hecho todos progres (carquiprogres o progrerrancios, a elegir el color) y han aprendido a vivir -como los titiriteros- de la subvención, de las concesiones y las licencias públicas, del monopoli de las cajas de ahorro, encenagándose en corrupción, a base de tejemanes políticos, porque le tienen pavor a oír hablar del libre mercado, de la libre competencia, y de todo lo que signifique limpieza y tener que arriesgarse a perder sus privilegios.

¿Que por qué se callan? ¿Alguna vez han hecho de verdad otra cosa? Si para eso están.

Mónica