04 octubre 2006

La mosca detrás de la oreja.

Hay inquietud en el seno de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ante las noticias, no oficiales, de que la banda terrorista ETA vá a imponer sus "tesis" en el proceso de "negociación" del gobierno de la única manera que saben. Se teme un atentado inminente. Aunque los está habiendo, no olvidemos que el terrorismo de "baja intensidad" se está produciendo desde hace meses, especialmente los fines de semana, las habituales medidas de auto-protección se han venido relajando, pero últimamente se han convertido, de repente, en una prevención activa. Como antes de la "tregua". Los eterras reclaman celeridad en las negociaciones y el gobierno no parece tener muy claro por donde tirar. Para forzar al ejecutivo a ponerse de una vez de rodillas, la banda asesina podría haber dado yá orden a sus comandos para engrasar la maquinaria de muerte. El 12 de octubre está a la vuelta de la esquina y no hace falta ser un lince para especular que, en caso de que estas noticias sean ciertas, sería una fecha idónea para dar un puñetazo sobre la mesa de negociación y acelerar o desterrar para siempre el proceso. Mantengo que a ETA lo único que le interesa en este escenario es sacar a la calle a cuantos más presos mejor y, quizás, la legalización de Batasuna para regresar a los Ayuntamientos. Sin terrorismo activo, sin bombas y pistolas, ETA no tiene razón de ser. Para sus dirigentes es un negocio, un "modus vivendi" por lo que no es descabellado pensar que esos temores de los policías y escoltas están más que fundados. De los tiros al aire en el monte de Oyarzun pueden pasar, más fácilmente de lo que creemos, al tiro en la nuca. Este gobierno, para desprestigiar al PP y a algunos medios de comunicación en el caso 11-M y en el proceso de negociación, ha cometido la tremenda irresponsabilidad de trasladar a la opinión pública una imágen relativamente positiva de ETA. Ningún gobierno en sus cinco sentidos negocia con terroristas. Y la respuesta, mucho nos tememos, puede ser trágica.

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