01 septiembre 2006

Igual o peor.


Todo sigue igual, o peor. A expeción del tráfico, inusualmente fluido a primeras horas de esta mañana del primero de septiembre - mangazo al calendario - la ciudad sigue abierta en canal. Patas arriba. Es, dicen, el precio del progreso. Y progreso, en Sevilla, se llama Metro y Tranvía. Nada más. Es un precio alto, que duda cabe, y muchos estaríamos dispuestos a seguir pagando esta factura, que se sostiene demasiado en el tiempo, si no albergaramos tantas dudas sobre el proyecto del metropolitano y del mal llamado metro-centro. Son las dudas y la incertidumbre que los responsables políticos trasladan a la ciudadanía por la improvisación y la total falta de control sobre unas obras de semejante envegadura. Cada dia que pasa, aumentan los interrogantes sobre qué metro nos encontraremos los sevillanos a vueltas de no se sabe cuántos años. La caída "controlada" de la viga sobre la SE-30, el socavón de la Plaza de Cuba, los problemas para salvar el río y la famosa tuneladora, más tiempo averidada que en funcionamiento, son algunas de las muchas "anécdotas" que salpican el proyecto, sin hablar de los problemas de financiación y de plazos de ejecución. Resulta inconcebible, además, la singularidad de los estudios geotécnicos y de las catas arqueológicas que están afectando al proyecto desde un punto de vista técnico y también politico. La consejera de Obras Públicas, Concepción Gutierrez y el alcalde de Sevilla, Alfredo Sanchez Monteseirín se la juegan con el Metro y el Tranvía y saben que tanta improvisación y tanto descontrol puede desembocar en un terremoto. Las orejas al lobo se vieron en la SE-30. Con este panorama, la actitud del alcalde confundiendo una vez más lo público con lo privado, pone en evidencia la falta de liderazgo del que adolece las obras del Metro. Monteseirín está obligado a dar explicaciones y no las ofrece. A lo mejor, espera que sea otra la que dé la cara sin que se la partan.

No hay comentarios: