Palos con talante.

No somos pocos los periodistas que andamos este lunes haciendo balance de la entrada en vigor de la ley antibotellón en esta tierra aficionada como pocas al vaso en la calle. Pues bien, el balance no puede ser más positivo a excepción, claro, de Sevilla. Resulta que en el resto de capitales andaluzas, la aplicación de la nueva ley se ha desarrollado sin ningún incidente gracias al esfuerzo y el buen hacer de los alcaldes que han sabido interpretar la norma y aplicarla sin problemas. En Sevilla, como cabía esperar, el fin de semana se ha saldado con tres jóvenes en el hospital, una batalla campal en la Plaza de la Alfalfa y un bar cerrado " por brutalidad policial" como reza el cartel del bar donde entró la Policia como un elefante en una cacharrería, sin atender el apellido del propietario, Chaves, y el nombre del mismo, Manuel y sin, por supuesto, miramiento alguno con respecto a sus clientes. Y es que nuestro alcalde ha sido el único que ha interprteado la ley al revés, estableciendo zonas donde se prohibe beber. Antes, en las tabernas, se prohibía el cante. Ahora, no. El cante lo ha dado una vez más don Alfredo, alcalde de la única ciudad que ha disuelto la botellona a gomazos; con mucho talante, con mucha sonrisa, pero a palos. Si estos incidentes se hubieran producido en cualquier otra ciudad como Cádiz, Málaga, Huelva, Almeria, Jaén o Granada, sus alcaldes serían hoy calificados de fascistas y muchos estarian hablando hoy de épocas pasadas. Pero como el alcalde es del PSOE y es el bueno de Alfredo, el del buen rollo, el candidato de los jóvenes, el del talante y el de tantas tonterías, pues nada, que los palos progresistas duelen menos porque son menos represivos. Alguien tendría que decirle al alcalde que, al menos, aprenda a leer la ley que le ha preperado, sin tener que hacerlo, doña Evangelina. Y si no tiene tiempo, que llame a cualquiera de sus homólogos andaluces...