Nervios estatutarios.

Entiendo que Javier Arenas tuvo que pactar con el PSOE la reforma estatutaria, pero sigo aún sin comprender las claves internas, numerosas y complicadas, que los estrategas del PP andaluz han barajado para alcanzar un pacto que trasciende de lo doméstico, que sigue el juego a Zapatero y los nacionalistas pero que, efectivamente y como apunta Paco Robles en su blog, ha descolocado a los socialistas andaluces dispuestos a arrinconar otros 25 años más a los populares. Y esto último se viene demostrando en los últimos dias, a través de las declaraciones de algunos dirigentes del PSOE amplificacadas por los incontables medios de comunicación a su servicio. Las consignas pactadas para arremeter contra el PP, han ido a parar directamente a la papelera de reciclaje, pero rápidamente las han sustituidos por otras: los supuestos agravios de los gobiernos del PP hacia Andalucia. Lo han repetido, en pocas horas, desde Luis Pizarro, al portavoz del gobierno andaluz, Enrique Cervera. Se trata de trasladar a la opinión pública andaluza que el PP no cree en Andalucia, que la margina y que la ningunea. Van a rescatar, están rescatando, la politica de confrontación que tan buenos resultados cosecharon los socialistas de Andalucia en los dos gobiernos del PP. Se trata, en definitiva, de seguir mareando la perdiz. A falta de nuevos argumentos contra el PP, rescatan viejas cuitas y, de paso, provocan más humo para que los andaluces no podamos contemplar con nitidez la falta de acción de este gobierno y el escandaloso sedentarismo del presidente Manuel Chaves y todo su ejecutivo. En eso, son especialistas. Asi las cosas, no se habla de empleo, ni de economía, ni de educación; los sangrantes problemas sociales no están en el debate público, los niveles de pobreza pasan desapercibidos, como también las consecuencias de la aprobación de este nuevo Estatuto, intervencionista hasta el extremo. En el PP, muchos piden moderación frente a las tesis de Zaplana o Acebes. Un concepto sin duda positivo pero, aquí en Andalucia, yá no cabe. No vale. No se trata de que nos radicalicemos todos los que deseamos la alternancia, pero este gobierno y el partido que lo sustenta necesitan por pura higiene democrática, una oposición contundente, un partido beligerante que no de tregua a un régimen cuyos tentáculos se extiende por toda la sociedad andaluza y que urge desmantelar. En el Parlamento, en los Ayuntamientos, en las instituciones públicas, la Universidad y, de paso, en los medios de comunicación públicos. Un gobierno y una oposición que han dedicado demasiado tiempo a la elaboración de un Estatuto que Andalucia no necesitaba, mientras los verdaderos problemas se siguen amontonando.