11 octubre 2006

Gratuitos muy caros.


Acudí ayer tarde a una reunión de padres y profesores con motivo del inicio del curso escolar de mis hijos. Tras hora y media de reunión, los padres salimos de la misma realmente preocupados tras constatar el tremendo problema creado por la Junta de Andalucia con respecto a la "gratuidad" de los libros de texto. Al margen de la enorme picaresca surgida con el asunto de los cheques, lo realmente preocupante fué la situación descrita por los tutores y profesores de los niños: los libros gratuitos, que no lo son porque se consideran prestados, obligan a modificar el sistema de aprendizaje porque, después de muchos años, ahora no se pueden escribir en ellos, no se pueden subrayar y deben terminar el curso inmaculados. Ni una hoja rasgada se admite. Así, según explicaban los profesores sin disimular su indignación, las materias que, por ejemplo, se trataban en equis horas, ahora se tarda el triple pues los alumnos deben escribir los conceptos y realizar los ejercicios en cuadernos, como antes, con una pérdida de tiempo muy importante. Los libros se miran y apenas se tocan. Especialmente sangrante es el capítulo de los libros de prácticas, que por propia definición, están para realizar ejercicios en él y ahora no se puede. Los profesores sostienen que los libros "gratuitos" les ha generado un problema importante a los niños que ven su proceso de aprendizaje ralentizado como consecuencia de una medida aparentemente positiva y que resulta, a la postre, ser realmente gravosa para los alumnos, utilizados descaradamente por la Junta en un ejercicio de desprecio absoluto hacia los más indefensos. Ante esta situación, los profesores apuntaban a la posibilidad de dedicar más tiempo a las materias que consideran importantes y dar, una pasada, a las materias menores. Se pueden imaginar la reacción de los padres. Afirma el profesorado que han expuesto ante la delegación de Educación el problema surgido. Sus responsables, se encogen de hombros y miran hacia otro lado. Así pues, nuestros hijos, victimas aún de la Logse, tienen que pagar las consecuencias de las mentiras propagandísticas de este régmien que convierte lo barato en caro y nunca al revés. Gato encerrado, hasta en los libros de texto.

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